La
víctima conoce al delincuente en páginas de encuentro de la Red y se establece
el contacto que termina, tarde o temprano, en cibersexo donde ambos se quitan la ropa delante de
la webcam.
El
chantajista graba el desnudo de la víctima y solicita dinero para que no sea
publicado o incluso mostrado a sus amigos y familiares identificados en las
redes sociales.
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